martes, 10 de julio de 2007

dead bottles and broken friends

Apuró el vaso de whisky y salió del bar, advirtió que se había olvidado el cigarrillo recién encendido en el cenicero, pero no tenía tiempo de buscarlo antes de que el dueño saliera del baño. Aceleró el paso hacia el pasaje y se adentró hacia la oscuridad, siete cuadras caminó antes de salir a la luz de la avenida, era una noche de botellas muertas y amigos rotos, entró en una estación de servicio y compró una gaseosa, no agarró las monedas del vuelto, el aire dentro del autoservicio era monstruosamente puro y su cuerpo sentía que se estaba desintoxicando. Salió como despedido, miró las señalizaciones de la calle y supo dónde estaba, no era lejos de su casa, unas treinta cuadras, estaba tan borracho que no le importaba caminarlas, ladeándose. Estaba tan sólo que no le hubiera molestado tomarse un taxi sólo para que lo pasearan. No pedía hablar, confidentes tenía pocos, y estaban lejos, se perdían en una marea de humo y alcohol. Tal vez lo único que necesitaba era escaparse de todo eso, volver a casa, agarrar sus ahorros, tres libros, cuatro discos, su mascota y un cóctel homeopático. Ah, y el martillo, por supuesto, su herramienta en materia de filosofía, su martillo para romper ese vidrio de la obra en construcción y poder llevarse esa maleta que hay detrás, esa maleta que tanto le gusta. Meter todo dentro, comprar algo de ropa en la terminal e irse a cualquier lado, Cruz del Eje, Valle Hermoso, Rosario, Rafaela, Buenos Aires, La Plata. Empezar de nuevo. Tal vez lo único que necesitaba era eso. Llegó a su casa...

1 comentario:

Leandro M. Rapan dijo...

Hola, che gracias por leer mi texto, me alegro que solo hayas tenido una sola queja.
Buen escrito. Aunque, para mi, le faltan "puntos y aparte" que generen las pausas que lo harian perfecto.
Me gusto el contraste que hay entre tus flogs.
Un abrazo, no te olvides publicar que yo no voy a olvidarme pasar para leer.